La semana pasada les cuento que me invitaron a asistir a un evento de cultura gastronómica asiática en la Universidad Anahuac de Oaxaca. No soy muy conocedor de la comida oriental, así que con gusto me lance con unos amigos al evento, y vaya a veces hubiera querido ser vaca para tener cuatro estómagos para poder seguir comiendo.
Iniciamos nuestro viaje en Corea, una cocina para mi desconocida, sin embargo tiene una mezcla de minimalismo japones con lo potencializador de lo chino. Probé estas empanaditas rellenas de carne de puerco llamadas mandú. Otro platillo que probé fueron los bollitos coreanos, que los confundí con el clásico momo tibetano, solo que el relleno era de puerco y camaron, y por último unas costillitas de cerdo agridulce.
Para mi gusto, este stand fue la revelación y pues si hablamos de Corea, hubo presentación de Tae Kwon Do, y si, hubo gangam style.
Después nos vamos a la India, que hace poco descubrí sus sabores, platillos especiados, picantes y muy frescos, y eso de comer con la mano me encanta. Aquí probe las famosas samosas, con varios tipos de salsas a base de ajonjoli, currys y encurtidos. También se presentaron postres como el lasi (yogur especiado con mango).
En el barrio chino, la decoración fue muy ad hoc, hasta parecías estar en pleno barrio de Hong Kong, aquí la degustación fueron unos spring rolls, salteado de puerco y pescado (disculpen que no sé el nombre correcto, porque solo me acuerdo de lo que llevaba, jeje).
Llevábamos tres países y aún faltaba más, así que para pasar el tiempo, contemplamos el arte mukimono (que para mi parecer, se ve muy bonito, pero prefiero comer).
El stand más bonito a mi parecer fue el sushi bar de Japón, minimalista como debe ser. Iniciamos con una sopa miso, posteriormente el nigiri (que este fue de atún) y terminamos con unos buenos rollitos de sushi. Creo que mi paladar aún no está acostumbrado a la sencillez de sabores de la cocina nipona, sin embargo, puedo decir que está si fue comida auténtica japonesas y no inventos raros (les platiqué que aquí en Oaxaca hay un sushi roll de quesillo y chorizo?, no coments).
Partimos a Tailandia, y pues que más que Pad Thai (una de mis comidas favoritas), me llevé un poco de decepción porque no llevaron la receta original, y pues no estuvo tan bueno, pero tengo que felicitar que la explicación fue buena (alguién podría decirme si en Tailandia se come con tenedor y no con palillos).
Siguiente parada fue Medio Oriente (si los árabes siguen siendo Asia), y que más que un buen taco de kebab de cordero en pan pita, este fue otro de los platillos que se merece mi reconocimiento, muy rico.
Ya para finalizar, y vaya que si estaba satisfecho, terminé en la casa del té para realizar el ritual. Después de quitarnos los zapatos y acomodarnos en nuestros lugares, las jóvenes nos explicaron que originalmente la hora del té dura una hora como mínimo (y vaya que la posición si que es incómoda), se nos ofrecieron postres japoneses a base de harina de arroz y té de jazmín. Con esto cerramos con broche de oro la jornada cultural asíatica.
Sólo me queda felicitar a los chicos de séptimo y octavo semestre de Gastronomía de la Universidad Anahuac, Oaxaca, por su excelente presentación, y sobre todo al Chef Juan Carlos Guzmán Toledo por la dedicación para que este evento fuera todo un éxito y agradecerle la invitación.
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27/11/12
2/11/12
De zarapes y comida de valles
Sólo pensar que estoy a semanas de salir de la universidad y tener que irme de esta ciudad que me ha dado tantas amistades y conocer gente tan linda me da mucha nostalgia, no terminaría de agradecer los buenos momentos que pasé, pero bueno ya habrá tiempo de despedidas.
Les cuento que estoy aprovechando estos días para irme a los pueblitos que están cerca de la capital de Oaxaca, y esta vez paré en Teotitlán del Valle que está a unos 45 min de la capital.
Tomé el taxi colectivo (prefiero descubrir los pueblos por mi cuenta, jeje) que iba hacia allá con una amiga que me vino a visitar. Justo en el entroque para ir a Teotitlán encontramos un tianguis de productos orgánicos, y tengo que decir que fue un oasis en medio de la carretera, unas cosas super deliciosas que encontramos ahí.
Empezamos con un buen chocolateatole, que por si no conocen es una bebida caliente y espesa a base de maiz y azúcar, que en la parte superior lleva una espuma de chocolate frío, así que no me vengan que con cocina molecular, esta bebida es alquimia culinaria pura!.
Posteriormente pedí un rico tamal vegetariano de chepil (una hierbita silvestre con un sabor muy característico), con una salsita de chile de arbol picosita.
También una señora vendía memelitas con tortillas azules, a mi se me antojo esta que es de amarillo de hongos (un mole a base de chile guajillo, papa y hierbasanta) con quesito fresco, yummi...
Además que mi amiga se llevó unos cuantos panes de yema en forma de animalitos para decorar mi cocina, aunque les diré que no duraron mucho, jeje.
Pues de un rico desayuno nos adentramos a este pueblo mágico, el lugar es hermoso, limpio y educado, aquí su principal atracción son los zarapes y cualquier cosa que se haga con lanar. Los tintes para colorear los hilos con completamente naturales como la grana cochinilla para los rojos intensos.
Tenía unas ganas de conocer a la Señora Abigail Mendoza, lamentablemente no estaba en el pueblo, lo cual fue una lástima, pero ni modos será para otra ocasión, así que nos regresamos al centro de Oaxaca para una rica cena con mis estimados amigos de Epicuro.
Les cuento que estoy aprovechando estos días para irme a los pueblitos que están cerca de la capital de Oaxaca, y esta vez paré en Teotitlán del Valle que está a unos 45 min de la capital.
Tomé el taxi colectivo (prefiero descubrir los pueblos por mi cuenta, jeje) que iba hacia allá con una amiga que me vino a visitar. Justo en el entroque para ir a Teotitlán encontramos un tianguis de productos orgánicos, y tengo que decir que fue un oasis en medio de la carretera, unas cosas super deliciosas que encontramos ahí.
Empezamos con un buen chocolateatole, que por si no conocen es una bebida caliente y espesa a base de maiz y azúcar, que en la parte superior lleva una espuma de chocolate frío, así que no me vengan que con cocina molecular, esta bebida es alquimia culinaria pura!.
Posteriormente pedí un rico tamal vegetariano de chepil (una hierbita silvestre con un sabor muy característico), con una salsita de chile de arbol picosita.
También una señora vendía memelitas con tortillas azules, a mi se me antojo esta que es de amarillo de hongos (un mole a base de chile guajillo, papa y hierbasanta) con quesito fresco, yummi...
Además que mi amiga se llevó unos cuantos panes de yema en forma de animalitos para decorar mi cocina, aunque les diré que no duraron mucho, jeje.
Pues de un rico desayuno nos adentramos a este pueblo mágico, el lugar es hermoso, limpio y educado, aquí su principal atracción son los zarapes y cualquier cosa que se haga con lanar. Los tintes para colorear los hilos con completamente naturales como la grana cochinilla para los rojos intensos.
Tenía unas ganas de conocer a la Señora Abigail Mendoza, lamentablemente no estaba en el pueblo, lo cual fue una lástima, pero ni modos será para otra ocasión, así que nos regresamos al centro de Oaxaca para una rica cena con mis estimados amigos de Epicuro.
12/10/12
De comida orgánica
De tiempo acá, he estado almorzando en mercaditos o tianguis, ya que estoy un poco cansado (y también gastado, jeje), de estar reseñando restuarantes de cubierto...
Esta vez me di la vuelta en el mercado orgánico del Pochote ubicado en la calle de Rayón, en el centro de Oaxaca. A primera vista es una casona vieja, pero en su interior encontrarás un elixir gastronómico y nutritivo que ningún foodie se podrá resistir.
Me acerqué al primer puestecito, donde una señora muy agradable llamada Doña Nora me ganó mi atención como marchante que va a un mercado.
Entre tanta variedad de memelitas, tacos y demas guisados, fue muy difícil de decidir. Yo le entré directo a una memelita de tinga de setas (así es, platillo vegetariano), un taquito de tortitas de acelga, un chile de agua relleno de queso, y para acompañar todo este bagaje, un rico chocolate de agua del puesto vecino.
Doña Nora es una digna representante de la comida orgánica y la onda slow food, ya que todo lo que prepara viene directamente de la materia prima, caso especial son sus quesos que ella misma prepara, que para serles sinceros deberían tener su propio nombre porque no se compara el sabor de otros quesos, acidito, rico muy fresco.
Si se dan su vuelta, lo mejor del lugar es su barbacoa de res, carne de animal que se alimento exclusivamente de pastizaje, completamente seleccionado para la matanza, cocinado al horno con chiles y especies, la mejor barbacoa que he probado, ya que la carne se derrite en la boca, y a comparación de otras barbacoas esta no cae pesada ya que es muy poco su aporte graso, vaya hasta un vegetariano se vuelve carnívoro.
Así que les recomiendo que se den una vuelta por este mercadito y pregunten por Doña Nora.
Esta vez me di la vuelta en el mercado orgánico del Pochote ubicado en la calle de Rayón, en el centro de Oaxaca. A primera vista es una casona vieja, pero en su interior encontrarás un elixir gastronómico y nutritivo que ningún foodie se podrá resistir.
Me acerqué al primer puestecito, donde una señora muy agradable llamada Doña Nora me ganó mi atención como marchante que va a un mercado.
Entre tanta variedad de memelitas, tacos y demas guisados, fue muy difícil de decidir. Yo le entré directo a una memelita de tinga de setas (así es, platillo vegetariano), un taquito de tortitas de acelga, un chile de agua relleno de queso, y para acompañar todo este bagaje, un rico chocolate de agua del puesto vecino.
Doña Nora es una digna representante de la comida orgánica y la onda slow food, ya que todo lo que prepara viene directamente de la materia prima, caso especial son sus quesos que ella misma prepara, que para serles sinceros deberían tener su propio nombre porque no se compara el sabor de otros quesos, acidito, rico muy fresco.
Si se dan su vuelta, lo mejor del lugar es su barbacoa de res, carne de animal que se alimento exclusivamente de pastizaje, completamente seleccionado para la matanza, cocinado al horno con chiles y especies, la mejor barbacoa que he probado, ya que la carne se derrite en la boca, y a comparación de otras barbacoas esta no cae pesada ya que es muy poco su aporte graso, vaya hasta un vegetariano se vuelve carnívoro.
Así que les recomiendo que se den una vuelta por este mercadito y pregunten por Doña Nora.
3/9/12
Cena en el Saber del Sabor
Mi paladar se encuentra extasiado por esta noche, será muy difícil que iguale o supere esta experiencia gastronómica que tuve.
Les cuento que la noche del fin de semana me fui a la Segunda Cena de El Saber del Sabor, en el restaurante anfitrión que fue Casa Oaxaca con los chefs invitados Enrique Olvera (catalogado como el mejor chef de México, propietario de Pujol, en DF) y Elena Reygadas (Chef con bastante experiencia en cocina italiana, propietaria de Rosetta, en DF).
La noche fue muy especial, como siempre mi gran defecto de ser tan puntual, ya que llegué 30 minutos antes, y el hostess amablemente me asignó mi lugar. Yo no tengo ningún inconveniente en degustar una comida solo, sin embargo, no soy el único que pensó de la misma manera, ya que compartí la mesa con una nueva amiga de Los Ángeles que tiene el mismo gusto culinario que yo.
Iniciamos la cena con un rico pan campesino y frutos secos que me recordó el panettone de navidad pero en salado cortesía de Elena, y como debe ser un oaxaqueño para iniciar la cena: un buen mezcal para abrir el apetito.
El segundo fue un platillo elaborado por el chef Enrique Olvera, unos chochoyotes de requesón y hongos silvestres, muy fresco y crocantes esas bolitas de masa con el clásico "asiento" de las tlayudas y el sabor terroso de los vegetales de la sierra. Para maridar se eligió un vino Paulina.
El tercero, que para mi fue el mejor plato de la noche: un cerdito garnachero cocinado al vacío con aguacate criollo, puré istmeño y nanche. Es increíble como esta técnica puede dejar un trozo de carne (que de por sí el lechón es delicioso), super suave hasta el punto que parecía mantequilla ya que se derretía en la boca y esa salsa de garnacha "callejera" le da un sabor juguetón. Justo en el momento que el mesero explicaba el platillo, inician los flashes de las cámaras y Enrique Olvera sale de la cocina para salsear sus platillos y a explicar personalmente su preparación a cada comensal. No perdí el momento para pedirle una foto, lo cual me sorprendió su sencillez, ya que entre broma me dice: se le va a enfríar su platillo. Para maridar este cerdito se eligió uno rosado Calixa Grenache.
Para el cuarto tiempo, la chef Elena nos lleva a la costa oaxaqueña con un róbalo cocinado a la sal con un puré de frijol blanco, quelites y guías. Este platillo lo describo como un suspiro de mar ya que el aroma de sal marina se impregnaba en el pescado y el puré que acompañaba refrescaba el paladar. Para maridar (que para mi gusto fue el mejor vino de la noche) uno blanco Luna de Valle Luz
Y para el postre, de nuevo la chef Elena nos sorprendo con la ligereza y minimilasmo de sus platillos, este fue un granizado de tuna roja con jiotilla, pitahaya y espuma de pulque. Este postre me pareció muy curioso ya que te sorprendía la combinación de temparatura del granizado de fruta y la frescura de la espuma y el toquecito de fermentado del pulque, resultó agradable para terminar con broche de oro la degustación. Para maridar se nos ofreció un vino Chenin Blanc que contrarrestraba muy bien lo dulce y fresco del platillo.
Ya para terminar, un digestivo a base de tejate y mezcal.
Antes de irnos, la velada la chef Elena sale al comedor a agradecer a cada comensal la visita , así que tampoco perdí la oportunidad de tomarme una foto con ella.
En fin, terminó una rica cena y una buena noche, ahora a esperar al próximo año. Cabe mencionar que todo lo que se degustó fueron ingredientes orgánicos y auténticos de Oaxaca, y todos los vinos provenían de Baja California.
Les cuento que la noche del fin de semana me fui a la Segunda Cena de El Saber del Sabor, en el restaurante anfitrión que fue Casa Oaxaca con los chefs invitados Enrique Olvera (catalogado como el mejor chef de México, propietario de Pujol, en DF) y Elena Reygadas (Chef con bastante experiencia en cocina italiana, propietaria de Rosetta, en DF).
La noche fue muy especial, como siempre mi gran defecto de ser tan puntual, ya que llegué 30 minutos antes, y el hostess amablemente me asignó mi lugar. Yo no tengo ningún inconveniente en degustar una comida solo, sin embargo, no soy el único que pensó de la misma manera, ya que compartí la mesa con una nueva amiga de Los Ángeles que tiene el mismo gusto culinario que yo.
Iniciamos la cena con un rico pan campesino y frutos secos que me recordó el panettone de navidad pero en salado cortesía de Elena, y como debe ser un oaxaqueño para iniciar la cena: un buen mezcal para abrir el apetito.
El primer tiempo fue un rico aperitivo, se llamó Piedritas de río rellenas de camarón, preparado por Casa Oaxaca. Literalmente esto sabe a Oaxaca, con la costra de chintextle que cubría el camarón, una especie de crumble de cacao y mole y un puré de plátano, montado sobre un metate tradicional. Para maridar se nos ofreció un vino Casa Grande Chardonay.
El segundo fue un platillo elaborado por el chef Enrique Olvera, unos chochoyotes de requesón y hongos silvestres, muy fresco y crocantes esas bolitas de masa con el clásico "asiento" de las tlayudas y el sabor terroso de los vegetales de la sierra. Para maridar se eligió un vino Paulina.
El tercero, que para mi fue el mejor plato de la noche: un cerdito garnachero cocinado al vacío con aguacate criollo, puré istmeño y nanche. Es increíble como esta técnica puede dejar un trozo de carne (que de por sí el lechón es delicioso), super suave hasta el punto que parecía mantequilla ya que se derretía en la boca y esa salsa de garnacha "callejera" le da un sabor juguetón. Justo en el momento que el mesero explicaba el platillo, inician los flashes de las cámaras y Enrique Olvera sale de la cocina para salsear sus platillos y a explicar personalmente su preparación a cada comensal. No perdí el momento para pedirle una foto, lo cual me sorprendió su sencillez, ya que entre broma me dice: se le va a enfríar su platillo. Para maridar este cerdito se eligió uno rosado Calixa Grenache.
Para el cuarto tiempo, la chef Elena nos lleva a la costa oaxaqueña con un róbalo cocinado a la sal con un puré de frijol blanco, quelites y guías. Este platillo lo describo como un suspiro de mar ya que el aroma de sal marina se impregnaba en el pescado y el puré que acompañaba refrescaba el paladar. Para maridar (que para mi gusto fue el mejor vino de la noche) uno blanco Luna de Valle Luz
Y para el postre, de nuevo la chef Elena nos sorprendo con la ligereza y minimilasmo de sus platillos, este fue un granizado de tuna roja con jiotilla, pitahaya y espuma de pulque. Este postre me pareció muy curioso ya que te sorprendía la combinación de temparatura del granizado de fruta y la frescura de la espuma y el toquecito de fermentado del pulque, resultó agradable para terminar con broche de oro la degustación. Para maridar se nos ofreció un vino Chenin Blanc que contrarrestraba muy bien lo dulce y fresco del platillo.
Ya para terminar, un digestivo a base de tejate y mezcal.
Antes de irnos, la velada la chef Elena sale al comedor a agradecer a cada comensal la visita , así que tampoco perdí la oportunidad de tomarme una foto con ella.
En fin, terminó una rica cena y una buena noche, ahora a esperar al próximo año. Cabe mencionar que todo lo que se degustó fueron ingredientes orgánicos y auténticos de Oaxaca, y todos los vinos provenían de Baja California.
31/8/12
Noche de medallas y rica cena
Aquellas personas que me conocen saben que soy la descripción perfecta del chico matadito introvertido de la escuela, pero claro por mi no hay problema ya que semestre a semestre mi universidad honra el orgullo nerd que todos tenemos, otorgando un reconocimiento a aquellos, como yo, sacan 10 de promedio final al concluir un ciclo escolar.
Claro, la ceremonia aburrida... así que vamos a lo bueno: la celebración.
Como ya me conocen, no hay nada mejor que premiarse con comida, pero esta vez, no quería ir a un restaurante pomposo, lleno de meseros corriendo y murmullos entre las mesas, así que le dije a mi amigo y maestro de Gastronomía, el chef Juan Carlos, que nos organizara algo privado y especial entre las personas que más aprecio.
Así que justo termino la clicheada ceremonia nos dirijimos a la Panera del Chef (un lugar Gourmet escondido en mi colonia en Oaxaca), para disfrutar de la sabrosa cena.
El menú: INCREÍBLE y afrancesado (como a mi me gusta). Iniciamos con una sopa de cebolla al más estilo clásico francés, en un pan campesino. El pan remojado con el fondo de res te invita a continuar.
Para el segundo tiempo, una rica posta de salmón con piel crocante en una salsa muy minimalista ya que sólo llevaba 4 ingredientes: miel de maple, jengibre, salsa de soya y aceite de cacahuate, sobre un puré de camote con tropiezos de maní y unos brócolis para regresar la frescura al plato.
Y para el gran final, un postre especial para chocófilos como yo y como lo nombra el chef: Decadencia de chocolate, de que vá?, una rica tarta de chocolate sin harina, sin huevos, sin azúcar, sólo un vil chocolate 90% cacao temperado y delicadamente cuidado para que la consistencia fuera suave y cremosa.
Para maridar esta rica cena, un buen tempranillo (vaya que este vino como ha sido una locura).
En fin la cena terminó con un buen café (porque quién iba a dormir está noche) y con el estómago lleno y felíz.
Así fue toda esta experiencia gourmet a sólo unos pasos de la casa, esperemos como va el siguiente año porque tengo ganas de volver a repetir.
Este año no fue la excepción (creo que algún día de estos voy a tomarme una foto con mis medallas al más estilo de Michael Phelps, jaja), y me otorgaron dicho premio.
Claro, la ceremonia aburrida... así que vamos a lo bueno: la celebración.
Como ya me conocen, no hay nada mejor que premiarse con comida, pero esta vez, no quería ir a un restaurante pomposo, lleno de meseros corriendo y murmullos entre las mesas, así que le dije a mi amigo y maestro de Gastronomía, el chef Juan Carlos, que nos organizara algo privado y especial entre las personas que más aprecio.
Así que justo termino la clicheada ceremonia nos dirijimos a la Panera del Chef (un lugar Gourmet escondido en mi colonia en Oaxaca), para disfrutar de la sabrosa cena.
El menú: INCREÍBLE y afrancesado (como a mi me gusta). Iniciamos con una sopa de cebolla al más estilo clásico francés, en un pan campesino. El pan remojado con el fondo de res te invita a continuar.
Para el segundo tiempo, una rica posta de salmón con piel crocante en una salsa muy minimalista ya que sólo llevaba 4 ingredientes: miel de maple, jengibre, salsa de soya y aceite de cacahuate, sobre un puré de camote con tropiezos de maní y unos brócolis para regresar la frescura al plato.
Y para el gran final, un postre especial para chocófilos como yo y como lo nombra el chef: Decadencia de chocolate, de que vá?, una rica tarta de chocolate sin harina, sin huevos, sin azúcar, sólo un vil chocolate 90% cacao temperado y delicadamente cuidado para que la consistencia fuera suave y cremosa.
Para maridar esta rica cena, un buen tempranillo (vaya que este vino como ha sido una locura).
En fin la cena terminó con un buen café (porque quién iba a dormir está noche) y con el estómago lleno y felíz.
Así fue toda esta experiencia gourmet a sólo unos pasos de la casa, esperemos como va el siguiente año porque tengo ganas de volver a repetir.
29/8/12
De carnes, tesis y El Saber del Sabor
Hola amigos Blogeros-culinarios, como ven estoy de regreso, y no presisamente por vacaciones (ójala fuera), es que justo ahora estoy en mi último semestre de la carrera, y pues es el semestre más pesado porque entre trabajos de tesis, proyecto de nutrición comunitaria y trámites para el servico social y la titulación me es casi imposible postear.
Pero no puedo quejarme, ya que al terminar este ciclo de vida, me espera mi gran pasión, cocinar!, por suerte y gracias al apoyo de mi familia podré estudiar una segunda carrera: Gastronomía. Y más felíz no podría estar porque aceptaron mi proyecto de investigación!. Mi propuesta es sencilla pero abarca un buen de trabajo: Elaborar un recetario de cocina regional Mixteca con el aporte nutricional (leyeron bien, haré un libro como proyecto de tesis), y ahora sí que tengo año y medio para hacerlo o morir en el intento, o bien quedarme como pasante, jaja...
Por otro lado, se acerca el Festival Gastronómico más importante de Oaxaca, estoy hablando de El Saber del Sabor, que en su cuarta edición, traerán a los mejores chefs de mi estado como los más importantes del país.
Entre tantas cenas que elejir, me decidí por la segunda velada que serán como anfitriones al mejor chef de México hasta el momento: Enrique Olvera, propietario del Restaurante Pujol en México D.F., en compañía de Elena Reygadas, una promesa de la nueva cocina mexicana, dueña del restaurante Rosetta en la Capital Mexicana. Por lo tanto, todo listo para este sábado 1ero de septiembre con mi paladar dispuesto a probar nuevos sabores.
Después de tanta palabraría y anunciarles que aún respiro, vamos por la receta de hoy:
Un buen bife (o el corte que gusten), término medio con una salsa espesa al queso rockefort, papas al horno y una guarnición de verduras, ¿Qué más se puede pedir a la vida?
Para esta delicia carnívora necesitas:
Para la salsa rockefort
1 taza de leche caliente
2 cucharadas de harina
3 cucharadas de mantequilla
100 g de queso azul
sal y pimienta blanca
La salsa se prepara como cualquier bechamel. En una cacerola derretimos la mantequilla, agregamos la harina y cuando se haga una pastita y dore, echamos la leche de poco a poco, batimos vigorozamente hasta que se haga la salsa bechamel. En el último momento desmoronamos el queso azul en la salsa hasta que se funda, sazonamos con muy poca sal y pimienta blanca, reservamos.
Para las papas al horno:
1/2 kg de papas cambray
Romero fresco picado al gusto
2 cditas de ajo en polvo
1 cdita de paprika
sal gruesa y pimienta al gusto
1/2 taza de aceite de oliva
Ponemos las papas junto con el aceite, las hierbas y especias, sazonamos y metemos al horno precalentado a 180°C por 1 1/2 hrs o hasta que estén como deshechas, así bien ricas.
Para la guarnición de verduras:
250 g de champiñones en cuartos
1 cebolla fileteada
1 pimiento verde en rajas
Perejil picado al gusto
Aceite de oliva
Vino blanco
Sal y pimienta al gusto
En una sartén o grill colocaremos la carne y cocinamos por ambos lados hasta tener el término deseado. Retiramos de la sartén y cubrimos la carne en papel aluminio para que guarde el calor y se concentren los jugos.
En la misma sartén, desglasamos los residuos con 2 cucharadas de vino blanco (ahí esta el sabor), ponemos un poco de aceite y agregamos las verduras, cuando estén suaves, echamos el perejil y sazonamos.
Listo para emplantar. Colocamos un poco de salsa de rockefort en el plato, encima ponemos la carne y la guarnición de papas y verduras.
10/8/12
Ex convento de San Pablo, Cultura y cocina libanesa
Hace 6 meses abrió las puertas al público en general el Ex Convento de San Pablo, construido por los Dominicos en la colonia que posee 400 años de antiguedad.
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El lugar estuvo escondido por mucho tiempo, hasta que, gracias a la iniciativa pública y privada, fue restaurado y convertido en un centro académico y cultural.
El lugar posee un museo relacionado a la cultura oaxaqueña desde la indígena hasta la contemporánea, también posee una plaza donde se hacen presentaciones de danza, música o cine, una pequeña libreria y una cafetería.
El lugar es agradablemente silencio, y lo mejor es ir acompañado de un libro que solo pasar un rato ahí es verdaderamente placentero.
Como les iba diciendo, entré a probar a la cafetería que desde la entrada poseé una arquitectura minimalista. El menú es cocina de autor, con una fusión de cocina libanesa y mexicana.
Para degustar pedí como entrada un rico jocoque casero con una ensalada de vegetales: fresco y acidito como debe ser el jocoque. Y como plato fuerte me decidí por unas enchiladas de jamaica con salsa de chipotle, que dejen les digo que esa combinación se me hizo tan original y perfecta, ya que la reducción agridulce de la jamaica combina perfecto con lo ligeramente picante y espesa de la salsa de chipotle, y como les conté, el espacio es silencioso, así que te invita a concentrarte en los sabores de los platillos, lo cual es una buena experiencia ya que el ex convento se encuentra en medio de la ciudad.
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El lugar estuvo escondido por mucho tiempo, hasta que, gracias a la iniciativa pública y privada, fue restaurado y convertido en un centro académico y cultural.
El lugar posee un museo relacionado a la cultura oaxaqueña desde la indígena hasta la contemporánea, también posee una plaza donde se hacen presentaciones de danza, música o cine, una pequeña libreria y una cafetería.
El lugar es agradablemente silencio, y lo mejor es ir acompañado de un libro que solo pasar un rato ahí es verdaderamente placentero.
Como les iba diciendo, entré a probar a la cafetería que desde la entrada poseé una arquitectura minimalista. El menú es cocina de autor, con una fusión de cocina libanesa y mexicana.
Para degustar pedí como entrada un rico jocoque casero con una ensalada de vegetales: fresco y acidito como debe ser el jocoque. Y como plato fuerte me decidí por unas enchiladas de jamaica con salsa de chipotle, que dejen les digo que esa combinación se me hizo tan original y perfecta, ya que la reducción agridulce de la jamaica combina perfecto con lo ligeramente picante y espesa de la salsa de chipotle, y como les conté, el espacio es silencioso, así que te invita a concentrarte en los sabores de los platillos, lo cual es una buena experiencia ya que el ex convento se encuentra en medio de la ciudad.
27/7/12
De vuelta a mis restaurantes favoritos
Este fin me dispusé a visitar mis restaurantes favoritos en Oaxaca.
Me sería difícil elegir mi favorito, ya que cuando me dispongo a comer solo pienso en que se me antoja, y listo me apunto hacia allá, y vaya que mis gustos van desde comida vegetariana hasta el puesto de carnitas, o estar en un restaurante de cubierto y con servilleta en las piernas, hasta la señora de las tlayudas de mi calle.
Para empezar, inicié el día en Lobo Azul. Me encanta el lugar con su onda alternativa, sustentable y hasta revolucionaria que te hace sentir que lo estas haciendo bien por solo estar ahí sentado. Los nombres de los platillos van desde los Huevos Carmen Aristegui, Entrada Haruko Murakami o Desayuno Saramago.
Antes que nada el café es EXQUISITO, lo mejor de lo mejor en Oaxaca, todo tostado y molido a la vista del comensal. Y bueno este fue mi desayuno, unos huevos rancheros en salsa verde con frijoles especiados con hoja de aguacate y papitas al romero, todo con un jugo de naranja natural y pan casero recién horneado... ¡Qué más se puede pedir para iniciar el día!
Y bueno ya para la comida, regresé a la Biznaga. Cocina Mestiza como ellos lo denominan, siempre tienen un platillo del día para todos los indecisos como yo y justo cuando vi la pizarra: Portobello relleno de huitlacoche en salsa de quesillo y ensalada de nopales dije: ¡Aquí me quedo!.
Después de mi mezcal aperitivo, me dispuse a probar esta delicia vegetariana, y vaya que no me equivoqué, ese portobello ha sido el más grande que he visto en mi vida y por supuesto el relleno huitlacoche que más se le puede pedir a esta "trufa mexicana" (por si se han preguntado a que sabe es un sabor terroso, parecido a la trufa). En fin me dio pena no terminármelo, así que me lo llevé a mi casita para desayunarlo en un omelette.
Vaya que Oaxaca ofrece una diversidad de propuestas gastronómicas que van desde lo regional y tradicional, hasta la cocina de autor con onditas moleculares.
Seguiré degustando más comida rica por ustedes amigos hasta que se decidan visitar algún día Oaxaca ;)
Me sería difícil elegir mi favorito, ya que cuando me dispongo a comer solo pienso en que se me antoja, y listo me apunto hacia allá, y vaya que mis gustos van desde comida vegetariana hasta el puesto de carnitas, o estar en un restaurante de cubierto y con servilleta en las piernas, hasta la señora de las tlayudas de mi calle.
Para empezar, inicié el día en Lobo Azul. Me encanta el lugar con su onda alternativa, sustentable y hasta revolucionaria que te hace sentir que lo estas haciendo bien por solo estar ahí sentado. Los nombres de los platillos van desde los Huevos Carmen Aristegui, Entrada Haruko Murakami o Desayuno Saramago.
Antes que nada el café es EXQUISITO, lo mejor de lo mejor en Oaxaca, todo tostado y molido a la vista del comensal. Y bueno este fue mi desayuno, unos huevos rancheros en salsa verde con frijoles especiados con hoja de aguacate y papitas al romero, todo con un jugo de naranja natural y pan casero recién horneado... ¡Qué más se puede pedir para iniciar el día!
Y bueno ya para la comida, regresé a la Biznaga. Cocina Mestiza como ellos lo denominan, siempre tienen un platillo del día para todos los indecisos como yo y justo cuando vi la pizarra: Portobello relleno de huitlacoche en salsa de quesillo y ensalada de nopales dije: ¡Aquí me quedo!.
Después de mi mezcal aperitivo, me dispuse a probar esta delicia vegetariana, y vaya que no me equivoqué, ese portobello ha sido el más grande que he visto en mi vida y por supuesto el relleno huitlacoche que más se le puede pedir a esta "trufa mexicana" (por si se han preguntado a que sabe es un sabor terroso, parecido a la trufa). En fin me dio pena no terminármelo, así que me lo llevé a mi casita para desayunarlo en un omelette.
Vaya que Oaxaca ofrece una diversidad de propuestas gastronómicas que van desde lo regional y tradicional, hasta la cocina de autor con onditas moleculares.
Seguiré degustando más comida rica por ustedes amigos hasta que se decidan visitar algún día Oaxaca ;)
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