El lugar estuvo escondido por mucho tiempo, hasta que, gracias a la iniciativa pública y privada, fue restaurado y convertido en un centro académico y cultural.
El lugar posee un museo relacionado a la cultura oaxaqueña desde la indígena hasta la contemporánea, también posee una plaza donde se hacen presentaciones de danza, música o cine, una pequeña libreria y una cafetería.
El lugar es agradablemente silencio, y lo mejor es ir acompañado de un libro que solo pasar un rato ahí es verdaderamente placentero.
Como les iba diciendo, entré a probar a la cafetería que desde la entrada poseé una arquitectura minimalista. El menú es cocina de autor, con una fusión de cocina libanesa y mexicana.
Para degustar pedí como entrada un rico jocoque casero con una ensalada de vegetales: fresco y acidito como debe ser el jocoque. Y como plato fuerte me decidí por unas enchiladas de jamaica con salsa de chipotle, que dejen les digo que esa combinación se me hizo tan original y perfecta, ya que la reducción agridulce de la jamaica combina perfecto con lo ligeramente picante y espesa de la salsa de chipotle, y como les conté, el espacio es silencioso, así que te invita a concentrarte en los sabores de los platillos, lo cual es una buena experiencia ya que el ex convento se encuentra en medio de la ciudad.
¡Qué interesante! El sitio y los platos tienen muy buena pinta. Un cafecito allí, saboreandolo tranquilamente, debe saber a gloria.
ResponderEliminarUn besito,
Sacer
Se me antojaron esas enchiladas!!!!
ResponderEliminarY que bueno que integran esos lugares hermosos a la vida de la ciudad!!! :)
Se ven divinas esas enchiladas. Voy a tener que hacerte la visita para que me lleves a ese convento ;-)
ResponderEliminarAbrazo y buen fin de semana,
Vero